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Es posible sin duda, conciliar en la propia voz varios legados literarios: en El jersey rojo, la imaginería remite a zonas cercanas a los "los novísimos" -o, más exactamente, a los modelos de los "novísimos", en realidad-, pero la dicción muestra otro timbre de voz, y consigue así integrar en una nueva unidad estética corrientes que, con percepción errónea, solían pasar por ser líneas paralelas incapaces de entrecruzarse en la historia literaria. Por el contrario, la verdadera poesía -y El jersey rojo lo es- se forma en el crisol de muchas poesías precedentes, y, en la medida en que accede así a la belleza autómata y exenta, podemos reconocer algo a la vez inconfundible e infrecuente: la escritura de un autentico poeta.