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La decisión de cómo financiar la empresa es una de las más relevantes de la gestión financiera. Su aspecto clave consiste en determinar la composición del capital empleado que financia al activo neto, es decir, la relación deseada y factible entre la deuda financiera y el patrimonio neto. La determinación de esta combinación exige fijar objetivos y prioridades respecto a su repercusión sobre: la rentabilidad, el riesgo, la liquidez, el crecimiento, el coste de capital y el valor de la empresa.
En este trabajo se aborda esta decisión en tres escenarios.
- En primer lugar, se evalúa, para un importe determinado del capital empleado, la relación más adecuada entre ambas partidas, de lo que se derivará intercambiar deuda por patrimonio neto y viceversa.
- A continuación, se cuantifica la capacidad de endeudamiento, concretada en la posibilidad de ampliar el importe de la deuda y, en consecuencia, de aumentar el capital empleado, manteniendo fijo el patrimonio neto. La disponibilidad de esta capacidad es un indicador de una buena situación financiera, pues supone disponer de una holgura en caso de necesitar liquidez.
- Por último, se estudia la decisión respecto a la estructura de la nueva financiación. En este caso, el análisis es marginal, pues se limita a analizar los efectos de la nueva financiación, sin modificar la ya existente.