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Nos negamos a pensar la historia del trabajo social por fuera de la historia de los trabajadores sociales.
Contrariamente a quienes creen que sólo puede ser narrada dsde los dispositivos de control social de la sociedad, nosotros pensamos que hay una dimensión biográfica que nos permite enriquecer neustros propios debates como profesión y como sociedad.
Lucia Cullen tenía 30 años cuando las fuerzas represivas la secuestron. Su ausensica nos acerca al compromiso político de una generación de jóvenes que también hicieron la historia, una historia sin final.